LA CULTURA COMO FACTOR DE IMPACTO EN LA ECONOMÍA

Por Elisa Ibañez

No son mundos separados, como pudiera hacer pensar el prejuicio. La realidad es que las artes y la cultura, además de ser beneficiosas para las personas de manera espiritual e intelectual, tienen un impacto directo en el crecimiento económico. Diversos estudios han asociado el aumento de ambas, con mayores índices de comercio, innovación y desarrollo del sector financiero de distintos países y según cifras de la Unesco, la economía creativa es uno de los sectores de más rápida expansión, contribuyendo con el 3% del PIB mundial.

Tampoco es casualidad que dicha organización haya declarado 2021 como el Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible, validando el hecho de que cada día más personas convierten sus ideas e imaginación en medios para ganarse la vida y esas producciones artísticas, tienen cada día un mayor número de consumidores.

Según cifras de la Unesco, las industrias culturales y creativas generan ganancias por 2.25 billones de dólares y el sector cultural genera empleos para 30 millones de personas en todo el orbe. A nivel local, un reporte del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) reveló que hasta hace pocos años la economía creativa aportaba 2,2% al PIB y el 82% de la población cree que mejora la percepción de Chile a nivel internacional.

Países más desarrollados que el nuestro ya reconocen a las artes y la cultura como componentes claves de sus planes estratégicos de crecimiento, porque es una industria revolucionaria en lo que se refiere a creatividad, innovación, generación de ingresos, empleos y exportaciones no tradicionales.

¿Y en Chile? Estamos avanzando lentamente, pero aún quedan barreras por derribar. Es importante que las áreas gubernamentales relacionadas con economía y finanzas, junto al sector privado, comprendan que el éxito económico y empresarial es mucho más enriquecedor cuando está ligado a lo social.

Claro que es posible generar riqueza material -o el capitalismo como lo entendemos de manera tradicional-, pero si esa riqueza va acompañada del factor social, la trascendencia es mayor. Por eso, si la ambición para un gobierno o empresa es perdurar a lo largo del tiempo, mezclar ambos mundos genera un impacto más seguro y a largo plazo.

Tenemos la gran ventaja de que la creatividad es también un recurso renovable, sostenible e ilimitado que podemos encontrar en cualquier parte. Chile es una muestra de ello con ejemplos reconocidos a nivel mundial, pero también con miles de artistas que hoy están trabajando en distintas ciudades y regiones del país con resultados que, si sabemos encauzar bien, podemos amplificar de lo local a un espacio global.

Si además la industria cultural ofrece y genera recursos, esos ingresos van en su mayoría hacia los artistas, quienes producen más obras al contar con medios de subsistencia. Así es como se van creando círculos virtuosos inagotables que confluyen entre sí.

Mientras la humanidad enfrenta desafíos globales como la crisis climática o la pandemia, el potencial que tiene la cultura para promover el desarrollo inclusivo nunca ha sido más relevante. Quienes somos parte de este mundo sabemos y vivenciamos su enorme poder en las personas. Cuando se enriquece la cultura de un país, nos enriquecemos todos, la sociedad se fortalece, se crean más redes y se expanden las ideas y el conocimiento.

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