CAMISETA DE ALGODÓN ORGÁNICO NO ES LO QUE PARECE

Hay furor por las prendas de algodón cultivado sin pesticidas, fertilizantes ni semillas modificadas genéticamente. Pero la demanda ha creado un mercado fraudulento de certificación en India.

Por Alden Wicker

Michael Kors vende sus sudaderas de algodón orgánico y poliéster reciclado con cierre al frente para mujeres por 25 dólares más que sus sudaderas de algodón convencional. Urban Outfitters ofrece pantalones deportivos orgánicos que cuestan 46 dólares más que un par equivalente de pantalones deportivos de algodón convencional. Y la camiseta entallada de Tommy Hilfiger para hombre cuesta tres dólares más que su homóloga convencional.

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“Este producto contiene algodón orgánico certificado de forma independiente, cultivado sin pesticidas químicos, fertilizantes químicos ni semillas modificadas genéticamente”, se lee en la descripción del producto.

Como la industria de la moda está pregonando sus compromisos de sostenibilidad, esas etiquetas son tanto un medio de señalización de valor como un señuelo para los consumidores dispuestos a pagar más por actuar mejor.

Solo hay un problema: gran parte del “algodón orgánico” que llega a los estantes de las tiendas quizá no sea realmente orgánico.

El mayor productor de algodón orgánico del mundo es India, cuyo suministro representa la mitad del algodón orgánico vendido en el mundo, y es donde el movimiento del algodón orgánico parece estar en auge. Según Textile Exchange, uno de los principales promotores de la agricultura ecológica, solo en India la producción de algodón orgánico creció un 48 por ciento en el último año, a pesar de la pandemia.

Sin embargo, gran parte de ese crecimiento es falso, dicen los indios que abastecen, procesan y cultivan el algodón orgánico.

En el meollo del problema hay un sistema de certificación opaco y lleno de lagunas que resulta idóneo para el fraude. Las marcas aseguran a los consumidores que el material es “orgánico” y se basan en los sellos oficiales de aprobación de organizaciones externas. Estas, a su vez, se basan en informes de organismos de inspección locales poco claros que justifican sus conclusiones con una única inspección anual planificada (en el caso de las instalaciones) o durante unas cuantas visitas aleatorias (para las explotaciones agrícolas).

En los últimos meses, la credibilidad de estas agencias de inspección ha quedado destruida. En noviembre, la Unión Europea votó para dejar de admitir las exportaciones ecológicas indias certificadas por las principales empresas responsables del algodón ecológico: Control Union, EcoCert y OneCert. Además, en enero, IOAS, la agencia internacional que proporciona acreditación a las agencias de inspección ecológica, retiró a OneCert la facultad de inspeccionar y certificar a los procesadores de algodón para estas etiquetas.

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